Una
persona con buena inteligencia interpersonal es capaz de conocer los
sentimientos de los demás, sus intenciones, aun cuando no lo
demuestren. Tiene buena capacidad para interactuar, ponerse en lugar
del otro, entender sus necesidades, ayudar, colaborar, trabajar en
grupo.
Es
una capacidad básica para el futuro tanto en el trabajo como en la
familia, amigos...
Desde
muy pequeños podemos fomentar su desarrollo. Para ello podemos
apoyarnos en algunos pilares básicos:
APRENDER A ESCUCHAR: Si
queremos conocer las necesidades y sentimientos de alguien tenemos
saber escuchar.
Quizá
la mejor manera de enseñar a un niño a escuchar es con nuestro
ejemplo. El modelo que observe cuando necesite contarnos algo será
el que reproduzca.
Pongamos
en práctica algunos puntos:
-
Mantén contacto visual: Ver a los ojos a quién nos habla es fundamental. Para ello si es necesario nos pondremos a su altura.
-
Procura no la interrumpir: cuando interrumpimos damos la sensación, que lo que tenemos que decir, es más importante que lo que nos están contando.
-
Evita juzgar: Si nos sorprende algo, podemos decir que nos sorprende, pero si lo juzgamos con frases del tipo:” Eso es una tontería” “No tiene importancia” descalificaremos los que nos dice.
- Evita dar consejos mientras escuchas: podemos dar nuestra opinión pero esperaremos a que acabe de hablar.
- Pide más información con preguntas: Qué?, cuándo?, cómo?. Pregunta por cómo se sintió.
-
No tengas prisa: a veces cuando nos cuentan algo se producen momentos de silencio, estos también son necesarios, para poder seguir. No debemos acabar la frase porque pensemos que sabemos lo que nos va a decir.
-
No abuses de tu posición: Es decir, no creas que tu opinión es más importante sólo porque seas mayor.
IDENTIFICAR LAS EMOCIONES: La
mayoría de nuestras emociones las expresamos a través de la
comunicación no verbal. Nuestro cuerpo dice inconscientemente lo que sentimos.
Si
queremos entender las emociones de los que nos rodean tendremos que
aprender a reconocer las señales que nos envían a través de las
manos, la postura, la entonación, la cara...
La
entonación de la voz: el tono se convierte en muchas ocasiones, en
más importante que las palabras. A través de la entonación sabemos
si la persona con la que hablamos se siente triste, contenta,
enfadada…
A
veces la entonación incluso contradice el lenguaje verbal y lo
invalida. En vez de decir a nuestros hijos que
no pueden hacer algo, les decimos que “Si” verbalmente pero que
“No” con la entonación. “Tu hazlo” (cuando en realidad le
estamos diciendo que ni se le ocurra)
Podemos
jugar con nuestros hijos a reconocer diferentes tipos de entonación,
y a que ellos reproduzcan con una misma frase tonos diferentes según
una emoción.
Expresiones
faciales: Enseñar a reconocer algunas expresiones faciales a
nuestros niños/as será fundamental para que sepan ponerse en el
lugar del otro.
- Coger varias fotografías expresando una emoción y los niños deben identificar la emoción y clasificar las imágenes: alegría, tristeza, enfado, miedo, amor o asco.
-
Dibujar caras con diferentes estados de ánimo les ayudará a reconocerlos.
-
Viéndose
en un espejo poner caras y fijarse en la posición de los ojos, la boca...
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