Desde
el principio de esta pandemia hemos visto como el número de muertos
se multiplica a diario y también como en general todo el mundo evita
hablar de la muerte. Ya no nos es común.La
ocultamos.
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Imagen sacada de la portada del cuento:¿ Dónde está el abuelo? Autor: Mar Cortina Selva. |
La
muerte de una persona cercana es complicado de asimilar para un
adulto y, como es natural, muy difícil de contar o explicar a los
más pequeños.
Sin
embargo, debemos hacerlo y tenemos que ser capaces de adaptar el
mensaje a la edad de nuestros hijos para que lo puedan entender.
1.Atención
a la edad
La
capacidad cognitiva de los niños varía conforme van creciendo. En
general podemos hacer cuatro grupos de edad en la que más o menos
comparten características:
-
Los
niños menores de 2 años: no tienen conciencia de la muerte,
pero sí notarán una ausencia ,si la persona fallecida era muy
cercana: un cuidador, un hermano, el padre, la madre…
2.Forma
parte del ciclo de la vida
Los
seres vivos nacen, crecen, se reproducen (o no) y mueren. Es un
hecho. Lleva millones de años sucediendo y seguirá sucediendo
cuando nosotros ya no estemos aquí. Vemos ejemplos de ello en todo
lo que nos rodea: los animales, las plantas…
3.Cuando
morimos el cuerpo deja de funcionar
Ni
respira, ni siente, ni piensa ni nada. Simplemente las funciones
vitales se detienen. No tiene nada que ver con dormirse: uno cuando
se duerme sigue respirando, el corazón sigue latiendo y el cerebro
teniendo actividad.
4.El
por qué de la muerte
Toda
muerte tiene un por qué: puede ser un accidente o una enfermedad.
Uno no se muere porque sí: siempre hay una causa y es
conveniente que los niños la conozcan. No hace falta dar el detalle
fino, pero sí una explicación que no deje lugar a dudas de que no
ha sido algo casual, de que uno no se muere sin más.
“Es
necesario que sepa que existe una causa física por la que morimos,
porque si no le damos una explicación de lo sucedido o no alcanza a
comprenderlo, elaborará su propia teoría, dejándose llevar por sus
pensamiento mágico, lo que puede acabar generándole más angustia:
-
“Mamá se ha muerto y a lo
mejor es mi culpa, yo estaba muy enfadado con ella”.
Con
estos cuatro conceptos claros, tenemos que centrarnos en cómo y
cuándo hablar con ellos.
5.¿Cuándo
hacerlo?
Debemos
comunicar la noticia del fallecimiento lo antes posible y ha de ser
una persona en quien el niño o la niña confíen, en un rato íntimo,
hablándoles a los ojos, con cariño y con infinita paciencia.
6.Informar
al colegio
En
el caso de familiares o personas muy cercanas, es conveniente que el
equipo pedagógico del centro escolar esté al corriente para que
puedan tomar las medidas oportunas.
7.Decir
la verdad
Es
duro y difícil, pero hay que decir la verdad. Poco a poco, adaptada
a la edad del niño, pero la verdad. Si no entienden qué significa
una determinada enfermedad, habrá que decir que “estaba MUY MUY
MUY malito”, para diferenciarlo de cuando ellos mismos o nosotros
nos ponemos malitos. Una persona que tiene una enfermedad no se
muere, pero si es una enfermedad MUY MUY grave, puede que sí. Si ha
sido un accidente, también debemos recurrir al MUY MUY grave, para
diferenciarlo de los accidentes que cualquiera puede tener en su día
a día y que no son causa de defunción.
8.Creencias
religiosas
Si
tenemos creencias religiosas o creemos que hay vida más allá de la
muerte, podemos explicarlas a los niños, pero no sin antes haberles
explicado la realidad física.
Si no tenemos creencias
religiosas y no hay más allá, ni cielo, ni reencarnación ni
continuidad, es fácil explicar que la persona fallecida
siempre vivirá en nuestro recuerdo.
“En
ocasiones, algunos adultos no tienen claro cuáles son sus propias
creencias acerca de lo que sucede después de la muerte y, por eso,
pueden evitar hablar de ello con los niños.
Sin
embargo, lo que hacemos es complicar las cosas. No importa si tenemos
dudas o si no tenemos respuestas para todo: los niños pueden
escuchar de nosotros que en realidad no sabemos lo que hay después
de la muerte y que nadie lo sabe verdaderamente.
De
lo que se trata es de saber reconocer nuestras propias limitaciones,
de acercarnos al
niño
no como “sabedores” de todo, sino como personas también
limitadas, con dudas y con preguntas sin resolver. Hay misterios en
la vida que son iguales para todos.
9.Sentimientos
Somos
el modelo que los niños copian y siguen. Si nosotros tratamos de
ocultar nuestros propios sentimientos, los niños nos copiarán. No
hay nada de malo en llorar para expresar nuestro dolor ni, por
supuesto, hay que evitar que los niños lo hagan si así lo sienten.
Forma parte de las emociones que es lógico sentir.
10.Ritos
A
partir de los 6 años más o menos, podemos dejar que los niños
participen en los ritos de despedida. Como es lógico, hay que
explicarles todo lo anterior previamente y también hay que
explicarles el rito (velatorio, entierro, etc) que se va a llevar a
cabo para que puedan integrar más fácilmente la muerte en un tiempo
y en un espacio.
11.¿Qué
debemos evitar decir a los niños?
-
Que
Dios se lleva a las personas a vivir con él, porque los
necesita: el niño puede pensar que también se lo puede llevar a él.
-
Que
la persona que falleció se fue a un largo viaje: deja abierta
la idea dando una sensación de esperanza de volver a verlo.
12.Respuestas
ante la muerte.